El hecho es que el programa es un retrato absolutamente fiel del hombre occidental del siglo XX (los orientales aún marcan una diferencia, aunque los chinos se empecinen en imitar cada día más a los norteamericanos) pero en Argentina, en particular, se funden varias culturas, que es lo que se retrata precisamente en el programa de Los Simpson. Los argentinos, a diferencia de los habitantes del resto de los países latinoamericanos, tienen una educación más europea, aunque los argentinos al mismo tiempo no dejan de ser latinoamericanos. Este rasgo los une a la cultura norteamericana, que también son hijos de Europa que del resto de América. El modo de pensar, el modo de actuar, el modo de vida, el modo de accionar, es similar entre Estados Unidos y Argentina. En el resto de Latinoamérica no conocen o no tienen tan asimilada la cultura europea, por eso pega más el programa en Argentina que en el resto del continente.
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¿Qué virtudes comparten los argentinos con Homero y su familia?
La otra pata del éxito de Los Simpson en Argentina es que comparten el mismo humor negro. Ambos manejan un humor negro muy picante, muy profundo, muy sabroso. Les Luthiers o Juan Verdaguer son ejemplos de esto, tienen un estilo similar. Los argentinos tienen muchos representantes de este humor profundo, que haría daño si no fuera tan chistoso, característica primordial del humor de Los Simpson.¿A qué atribuís que Los Simpson sigan vigentes tras 20 años?
El mismo retrato que hicieron Los Simpson a fines del siglo XX y hacen en este flamante siglo XXI es el mismo que realizaba Aristóteles con los griegos o Moliere en sus obras de teatro. El hombre occidental tiene las mismas tendencias que tiene Homero Simpson, que tienen en general los habitantes de Springfield. Y el rasgo en común es un deseo de ser alguien comenzando desde la nada. Ya sea desde la publicidad, desde la televisión o desde la educación, se alienta a la gente a querer ser alguien en la vida, a salir de la masa, a dejar de ser un hombre común. Comenzamos sin educación, sin ninguna guía, sólo la necesidad de trascender. Y por supuesto que en este contexto nos damos de porrazos en todos lados. Nos topamos con todas clases de paredes que no sabíamos que estaban ahí, nos topamos con problemas que no sabían que existían, todo lo queremos hacer bien pero nos sale todo mal, queremos ser buenos padres pero educamos pésimamente a nuestros hijos, y todo en pro de querer ser mejores, únicos, pero sin educación. Nadie busca el placer espiritual, todos la fama inmediata. Eso también hermana a los países por fuera de Estados Unidos, y a Argentina, con el espíritu de Los Simpson. Homero es así, los argentinos son así, los mexicanos somos así y el resto de los latinoamericanos –en mayor o menor medida- son así. Un retrato tan fiel de la realidad hace que nos identifiquemos con facilidad con Homero o con cualquiera de los personajes que viven en Springfield.Television.com.ar
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